Por estos
días de cuarentena, recibí una llamada de
alguien que no era mi contacto, y cómo siempre que me pasa eso, le pregunté: "¿Quién le ha dado el número de mi móvil?" Me dijo que era periodista y que había
hablado con mi jefe, para que yo como encargado de la Dirección de Comunidades
Campesinas, le respondiera algunas preguntas en relación a como está afectando
a las Comunidades Campesinas de Apurímac, la pandemia del Coronavirus.
Le respondí, que yo, como cualquier
cristiano del Perú, estaba metido en mi casa respetando la Cuarentena y el
toque de queda, y por tanto, ni siquiera podía saber que estaba pasando en mi
vecindario, menos aún podría saber que está pasando en las 472 Comunidades
Campesinas de Apurímac, y que si quería saber algo sobre el avance de esta enfermedad
en el ámbito comunal debería recurrir a la Dirección Regional de Salud, que es
el órgano competente en materia de salud (Art. 49° de la Ley N° 27867, Ley
Orgánica de Gobiernos Regionales).
Lo cierto era que la mujer creyó que
yo podría contarle, todo o algo, acerca de los estragos que estaban sufriendo
las Comunidades Campesinas apurimeñas por culpa del Coronavirus.
A menudo en el ejercicio de mis
funciones y de mi profesión, me tropiezo con personas, que a pesar de
presentarse como brillantes profesionales, nacionales o extranjeros, suponen
que las Comunidades Campesinas apurimeñas se encuentran pobladas de "indiecitos" sumidos en la extrema pobreza, el abandono moral, la exclusión social y los
demás males de esta laya, y que su misión es convertirse en los modernos
"Bartolomé de las Casas", para ser símbolos de las denuncias sociales y
de la protección de los derechos de los indígenas de estos tiempos.
Después de esa charla que me dejó el
mismo sinsabor de siempre, me puse a pensar ¿qué estará pasando en las
comunidades campesinas que conozco? y recordé que tengo los números de los
celulares de algunos dirigentes comunales y como ahora estamos más que ociosos,
me puse a llamar a estos amigos, de los 12 sólo me contestaron cuatro, pero fue
suficiente para hacer el siguiente balance:
1. Como
cualquiera de nosotros, los comuneros se encuentran suficientemente informados
sobre el Coronavirus, pero menos desinformados, porque no están metidos en sus
casas atendiendo las muchas sonseras que se dicen en la redes sociales y el
malvado chismorreo que recibimos e irresponsablemente compartirnos, como si de
verdad quisiéramos hacernos mucho más daño y que el resto lo haga la pandemia.
2. Las
comunidades están blindadas por orden y mandato de los acuerdos que democráticamente han tomado
en Asamblea General, para que se cumpla dentro de su territorio lo que ha
ordenado el Presidente de la República, que no es una persona sino la autoridad, el orden y el respeo, en ese sentido:
a)
Nadie
entra, ni nadie sale de la comunidad.
b)
Los
que quieran salir pueden hacerlo, pero solo regresarán cuando haya pasado la
emergencia sanitaria.
c)
Los
que quieran entrar deben mostrar un certificado médico que señale que no están
contagiados, o que se vayan directamente a sus casas por espacio de 15 días, y solo saldrán de ahí
cuando el Ministerio de Salud, confirme que no están infectados.
d)
No
entran ningún elemento extraño a la comunidad excepto el personal asistencial del
Ministerio de Salud.
e)
Los
mineros informales no podrán salir de la comunidad, a no ser que no vuelvan
hasta que el Coronavirus haya sido derrotado.
3. Bajo el
estricto cumplimiento de estas condiciones, los comuneros seguirán haciendo las
labores agrícolas que deben hacerse hasta el tiempo de la cosecha, para
asegurar el sustento de sus familias.
4. Las
tiendas podrán surtirse de los abarrotes que la comunidad necesite, como sal,
azúcar, arroz, fideos, etc., a través de los proveedores de la capital del distrito.
Cuando los felicité por las buenas ideas que se les había ocurrido, me
dijeron que esa emergencia no era extraña a la organización comunal, pues
siempre ha sido el caso que algunos comuneros que han salido por muchos años de
la comunidad, vienen a morirse de tuberculosis, cáncer u otras enfermedades
incurables, pero esta vez la cosa es en serio: “porque ese maldito mal que nos
han mandado los chinos, puede matarnos a todos.” Me dijo alguno de ellos.
“¿Y el toque de queda?”, “Cuál toque de queda
doctor, aquí desde las seis de la tarde, todas las noches y hasta la madrugada
son toque de queda”, me respondieron.
Ahí fue donde me di exacta cuenta de lo que
realmente significa el "AYLLU", que como organización social surgió
en los andes hace más de 3,000 años y que hacia 1570 durante el gobierno del
virrey Francisco de Toledo, pasaron a llamarse reducción de indios. Durante la
administración colonial se llamaron “pueblos de indios” y a partir de la
Constitución de 1920 se llamaron Comunidades de Indígenas, y ahora, desde el
año 1969 se les conoce como Comunidades Campesinas, que desde ese entonces
hasta la actualidad, está compuesto por familias que habitan y controlan
determinados territorios, ligadas por vínculos ancestrales, sociales,
económicos y culturales, expresados en la propiedad comunal de la tierra, el
trabajo comunal, la ayuda mutua y el gobierno democrático.
Entonces fue por estas noticias que me convencí,
que estos ayllus pueden permanecer 3,000 años más sobre este planeta.